31 julio 2013

Indigno de ser humano



Fragmento lírico a modo de entrante:

"A la orilla del mar, tan cerca que podría parecer que allí mismo rompían las olas, crecía una hilera de más de veinte enormes cerezos silvestres de tronco negruzco. Cada abril, cuando comenzaba el curso, los cerezos abrían sus espléndidas flores, junto con las hojas nuevas de color verde pardo y apariencia húmeda, que se recortaban contra el azul del mar. Después caían los pétalos como una tormenta de nieve, se esparcían sobre el agua, se quedaban flotando como pálidas incrustaciones de nácar y volvían a la arena."

¿Bonito? A decir verdad este tipo de párrafos no constituyen la tónica general en el libro de Osamu Dazai, un texto que parece escrito con las tripas y suena hondo y auténtico. El protagonista y narrador camina entre sake, algún intento de suicidio, mujeres, sufrimiento, más sake... 

"Subí de nuevo al tejado. Me serví más shotchu y me puse a llorar a voces".

Se describe a sí mismo como un pecador redomado. A veces, conforme uno va leyendo, echa en falta un poco más de desarrollo en alguna escena, algún detalle más en un libro que no llega a las ciento treinta páginas.

"Mi vida ha estado llena de vergüenza. La verdad es que no tengo la más remota idea de lo que es vivir como un ser humano. (...) Existe la palabra "marginados", que denota a los infelices, a los fracasados y a los descarriados en la sociedad humana; pero yo creo que lo soy desde el momento en que nací. Por eso, cuando me cruzo con alguien calificado de "marginado", de inmediato siento afecto por él."

Me quedo con ganas de reincidir con autores japoneses.

Fin de la entrada. Lo que sigue no habla del libro sino de su traductora. Llama la atención encontrar esta nota en el libro de Sajalín editores: "Sajalín editores declara su disposición a satisfacer los derechos de la traducción original de Montserrat Watkins, cuyos herederos no ha sido posible localizar". Echo un ojo en la red y descubro que es una barcelonesa fallecida el año 2000 a causa de una enfermedad terminal cuando contaba unos cuarenta y cinco años. El año 1985 se marchó a Japón y allí fue corresponsal de la agencia EFE y, entre otras cosas, creó una editorial, Luna Books, en la que publicó, junto a otros traductores, a autores japoneses en castellano (Natsume Soseki, Osamu Dazai, Ogai Mori...) En la ciudad de Kamakura se celebra, o al menos se venía celebrando, un concurso de narración que lleva su nombre (el de Montse Watkins, quiero decir).


2 comentarios:

  1. Me pillas en época japonesa y no por Murakami que no es japonés literariamente hablando, o no mucho :) Aparte de 1Q84 que me tiene bastante enganchado, estoy con Mishima y Kawabata. Me interesa este por lo lírico-engañoso del estilo y por la escritura de las tripas. A la lista :)

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  2. A Kawabata lo tengo también ahí en la recámara, a punto de ponerme con él. Con Mishima aún no me he estrenado. En verdad he leído a pocos japos (Murakami, Yoshimoto, Ogawa, Tamiki Hara), pero leyendo este me entraron ganas de más. Impedimenta acaba de sacar una colección de relatos de Dazai, por cierto. Un abrazo.

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